lunes, 26 de octubre de 2009

Cultura:Los Ballets Russes comenzaron su paseo triunfal en París

Moscú.- El Ballet de Montecarlo le dedica una temporada especial. Moscú los recordará próximamente con una gran exposición en la Galería Tretiakov. Los Ballets Russes son homenajeados a cien años del inicio de un movimiento que rompió las reglas impuestas y preparó el terreno para la danza moderna.
Ballets Russes fue un elenco ruso que renovó hace cien años el panorama decadente que presentaba entonces la danza europea. Dieron inicio a un nuevo lenguaje coreográfico, en unidad con la revolución en la música y las artes plásticas encabezada por artistas como Léon Bakst y Pablo Picasso. Las transformaciones políticas y sociales que germinaban en la Rusia prerrevolucionaria se impusieron también con plena fuerza en el ámbito artístico.
Los bailarines en torno al coreógrafo Mijail Fokin rompieron en San Petersburgo con las reglas estrictas de la danza impuestas por Marius Petipa y prepararon el terreno para el ballet moderno. La cooperación de Fokin con el empresario artístico Serguei Diaguilev (1872-1929) inició en 1909 el paseo triunfal del ballet ruso a través del mundo entero.
“Etonne moi!” (“¡Asómbrame!”) era la consigna de Diaguilev hacia sus artistas. El 19 de mayo de 1909 organizó en el Théâtre du Châtelet de París por primera vez sus “Temporadas Rusas” para dar a conocer en Occidente la danza de su patria imperial. Los bailarines del Teatro Mariinski de San Petersburgo y del Bolshoi de Moscú, entre ellos el legendario Vaslav Nijinsky y la célebre Anna Pavlova, despertaron el entusiasmo del público parisino.
Diaguilev y Fokin comprendieron como nadie antes la danza como un arte totalizador. Las representaciones de “Les Sylphides” (1909) así como de “El pájaro de fuego” (1910) y “Petrushka” (1911), ambas sobre partitura de Igor Stravinski, sentaron las bases de una revolución singular del ballet.
También “Sheherazade” (1910), coreografía de Fokin sobre música orgiástica de Nikolai Rimski-Korsakov, y el ballet lírico “Daphnis y Chloe” (1912), con música de Maurice Ravel, formaron parte de este comienzo de una nueva época. Los Ballets Russes, en los que trabajaban en forma conjunta coreógrafos, bailarines, músicos y escenógrafos en la mayor unidad estética, marcaron tendencia no sólo para Europa, sino también para América y Asia.
Unos veinte años duró este período de efervescencia creativa. Con la muerte de Diaguilev en 1929 se desarmó el elenco y sus colaboradores siguieron caminos por separado desarrollando la nueva tradición.
Pero también durante la vida de Diaguilev se registraron altibajos en la historia de los Ballets Russes. Un primer momento de quiebre se produjo cuando Fokin se alejó del elenco en 1912 y Nijinsky descubrió su talento como coreógrafo.
El “Dios de la Danza” desarrolló un estilo revolucionario y provocador, en consonancia con las demandas de Diaguilev, que significó una ruptura con las tradiciones clásicas. El máximo furor lo generó “La consagración de la primavera” (1913), la coreografía salvajemente erótica en torno a los rituales de fertilidad masculina y los sacrificios humanos. Sus figuras coreográficas geométricas y abstractas influyeron sobre generaciones de bailarines.
Pero Nijinsky abandonó abruptamente su labor con los Ballets Russes cuando se casó en 1913 y fue despedido por Diaguilev, cegado por los celos. La compañía fue dirigida más adelante por Leonide Massine, amante del empresario.
Diaguilev, un zarista ferviente, intensificó en esos tiempos su relación con el mundo cultural occidental. Artistas como Henri Matisse, los compositores Erik Satie y Claude Debussy, así como la modista Coco Chanel, colaboraron con él. El mismo Diaguilev tenía vedado el retorno a su patria, por la Primera Guerra Mundial y la Revolución de Octubre, que impuso paulatinamente una fuerte ideologización del arte en la Unión Soviética.
Cinco años antes de su muerte, en 1924, comenzó a trabajar para Diaguilev como coreógrafo George Balanchine, quien devino tras su emigración de Rusia en el último gran creador de la danza del período, con su “forma más pura del ballet neoclásico”, al decir de los críticos.
El elenco de Diaguilev es considerado actualmente no sólo el origen de una revolución estética, sino también de una concepción moderna del negocio de la gira artística, orientada al mercado sin subvenciones estatales. La compañía se presentaba en invierno en Mónaco, a invitación de los Grimaldi, donde residían muchos bailarines retirados en la década del 30. -
Fuente: www.lacapital.com.ar

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