viernes, 30 de octubre de 2009

Policiales: Un comerciante en grave estado tras ser baleado en un misterioso ataque

Los gritos de Diego Wainberg, clamando poayuda y aferrado a la persiana metálica de su negocio de Cerrito y Mitre estremecieron ayer a la tarde a los vecinos de esa barriada del macrocentro de la ciudad. El hombre se desangraba después de que, desde un auto le hubieran disparado a quemarropa cinco balazos. Dos de los proyectiles atravesaron el pecho de la víctima, que anoche estaba internada en grave estado en el Hospital de Emergencias. Los otros dos tiros perforaron su vehículo y el restante impactó en un edificio de la ochava. Para los pesquisas, la motivación del suceso sería una venganza por cuestiones a dilucidar.
Wainberg, de 40 años, tiene una pequeña oficina en Cerrito 1207, casi en el cruce con Mitre. Su actividad comercial difiere según quien la cuente. Para la policía, está al frente de una agencia de seguros; pero para algunos vecinos se dedica a la venta de "sal y azúcar".
Todo se inició cerca de las 18 cuando Wainberg salió de su negocio y se encaminó hacia su Chevrolet Astra, estacionado sobre Mitre y a unos 30 metros de su local. Al parecer, aguardaba el arribo de un amigo.
Los tiros.Un hombre cuarentón que prefirió preservar su identidad y que vive en el barrio fue testigo involuntario del suceso. "Abrió el baúl del auto, sacó un maletín y después abrió la puerta (del vehículo). En ese momento se escucharon cuatro tiros", contó.
Wainberg no tuvo tiempo de subirse al Chevrolet para guardar el ataché en el que tenía una computadora portátil y otras pertenencias. Una ráfaga de balas disparadas por el conductor de un auto lo sacudieron. "El tipo se bajó (del vehículo) y le tiró sin decir nada", dijo el vecino.
Liliana, una mujer que vive en el segundo piso de Mitre 2095, entraba al edificio cuando se desató la balacera. Salvó su vida de milagro. Un proyectil le rozó la cabeza y perforó una columna del edificio. "Escuché los tiros y me di vuelta para ver qué ocurría, pero no vi el balazo que me pasó cerca", explicó la mujer a La Capital.
Malherido, y con las pocas fuerzas que le quedaban, el comerciante cruzó Mitre y corrió hacia su negocio. Allí sujetó con desesperación la persiana metálica del local que ya estaba cerrado. "Me pegaron dos balazos, por favor ayudame", alcanzó a decirle a su socio que estaba adentro de la oficina. El hombre salió a la vereda y el comerciante se derrumbó. Según la policía, dos proyectiles perforaron el tórax de Wainberg.
Tras el ataque, un vecino se contactó con la policía y una patrulla de la Brigada Motorizada arribó al lugar. Después llegó una ambulancia del Sies y trasladó al hombre baleado al Heca, donde anoche estaba internado en grave estado.
Cerca de las 19 de ayer, el tránsito estaba cortado en la esquina de Mitre y Cerrito. Dos patrulleros y un móvil de la policía científica estaban atravesados en ese cruce para impedir el paso de los rodados. Dos oficiales, a través de sus celulares, les brindaban a sus superiores detalles del violento episodio y varios vecinos se habían arremolinado y comentaban sorprendidos lo que había ocurrido. "Solamente sabemos que (Wainberg) vende azúcar y sal, pero no lo conocemos mucho", comentaron dos mujeres que estaban en la puerta del edificio de Mitre y Cerrito.
Mientras eso ocurría, un perito de Criminalística fotografiaba y observaba el Chevrolet Astra, dominio FEX934, del comerciante. Un balazo le había perforado el cristal de la puerta trasera izquierda y otro había impactado en el torpedo.
Un ajuste. A pocos metros del auto, un jefe policial conjeturaba acerca de los motivos del ataque. "Esto fue un ajuste de cuentas.No le robaron nada y el tipo le tiró sin decirle nada", explicaba en voz baja mientras el inspector de la Zona 3ª, Alberto Villa, inspeccionaba el lugar. Un rato después, un rabino llegó al lugar y dialogó con el jefe de la seccional 5ª, Silvio Marciani, para interiorizarse de lo ocurrido con Wainberg, perteneciente a la comunidad judía.
Entonces, un muchacho se acercó al religioso y le entregó el celular de la víctima. "Lo llevaron al Heca y el socio está con él en el hospital", le dijo el joven al rabino, que partió raudamente al centro asistencial.
Enfrente, dos policías vallaban con cintas la vereda del negocio de Wainberg para preservar las huellas. El comercio está emplazado en una pequeña oficina decorada con dos escritorios antiguos y desde afuera no se veía mercadería en exhibición. A las 19 de ayer, estaba cerrado y dos ventiladores de techo todavía desplegaban aire fresco en un local vacío.-
Fuente: www.lacapital.com.ar

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