Teherán.— Un ataque suicida en una conflictiva zona de Irán causó ayer la muerte de 35 personas, entre ellas siete importantes comandantes de la Guardia Revolucionaria, en uno de los más audaces ataques contra la poderosa institución militar iraní. El atentado puso de manifiesto la profunda inestabilidad en el sudeste de la república islámica, en la frontera con Pakistán y Afganistán, donde viven muchos de los sunitas, que son minoría en Irán, y que ha sufrido una serie de ataques con bombas en los últimos años. Medios estatales dijeron que un grupo rebelde local sunita llamado Jundollah (Soldados de Dios) era sospechoso de perpetrar el atentado, el peor contra el cuerpo de élite de la Guardia Revolucionaria en los últimos años, que además causó otros 30 heridos en un encuentro de jefes tribales. Según los canales estatales iraníes, se trató de dos explosiones simultáneas: una durante una reunión que se realizaba entre líderes tribales de grupos shiítas y sunitas, y otra contra un convoy que transportaba a varios miembros de la Guardia Revolucionaria que se dirigían al encuentro.
Una fuerza influyente. Las Guardias Revolucionarias, también llamadas Ejército de los Guardianes de la Revolución Islámica, constituyen una rama semi independiente del ejército iraní con gran influencia social y política, equiparable incluso a la del estamento clerical shiíta dirigido por el líder supremo, Alí Jamenei. Entre los fallecidos en el atentado se encuentra el segundo al mando de las fuerzas terrestres de la Guardia Revolucionaria, el general Nourali Shoushtari, y el comandante en la provincia de Sistan-Baluchestan, el general Mohammadzadeh, informaron las agencias de noticias. Shoushtari también era un alto cargo de la fuerza de élite Qods de la Guardia. “El grupo terrorista de Rigi ha asumido responsabilidad por el ataque”, dijo la televisión estatal, refiriéndose a Abdolmalek Rigi, líder de Jundollah, que algunos analistas relacionan con los talibanes en la vecina Pakistán.
Terroristas y narcos. La sureña provincia de Sistan-Baluchestan es el escenario de frecuentes choques entre fuerzas de seguridad, insurgentes de la etnia sunita Baluch y narcotraficantes. La región además ha sido el blanco de ataques en los últimos años por parte de Jundollah, que acusa al gobierno shiíta iraní de discriminación. Por su parte, funcionarios iraníes acusan a Jundollah de recibir respaldo de Al Qaeda y EEUU. Jundollah estuvo involucrada en varios ataques y actos de sabotaje, así como en secuestros y asesinatos en la provincia, en la que hasta ahora han muerto más de 3.000 miembros de la Guardia. Analistas consideran que en esta región las diferencias religiosas no son tan importantes como los conflictos por el tráfico de drogas, especialmente teniendo en cuenta que sólo una pequeña parte del alijo es confiscado por la Guardia Revolucionaria mientras que el resto va a parar a lucrativos mercados europeos.
Tensión con EEUU. El presidente iraní Mahmud Ahmadineyad aseguró ayer que los atacantes “deberán enfrentar serias consecuencias”, mientras que las fuerzas armadas iraníes acusaron a EEUU y a Gran Bretaña de involucrarse en el ataque y amenazaron con venganza. El gobierno estadounidense salió de inmediato a negar categóricamente cualquier vinculación con el hecho, condenó la pérdida de vidas inocentes y aseguró que “los reportes de la presunta implicación de nuestro país son absolutamente falsos”, según declaró el portavoz del Departamento de Estado, Ian Kelly. El ataque y las acusaciones de implicación extranjera amenazan con opacar las trabadas negociaciones entre funcionarios iraníes y occidentales que tendrán lugar hoy en Viena, destinadas a agilizar el estancado diálogo acerca de las ambiciones nucleares de Teherán. “Esto podría perjudicar el diálogo”, dijo el analista de defensa Paul Beaver. El experto opinó que la modalidad del ataque, un atentado suicida, podría indicar lazos con Al Qaeda, pero desestimó las acusaciones de un rol estadounidense o británico.-
Fuente: Telam
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