La conducta del muchacho que la madrugada del domingo vació el cargador de una pistola 9 milímetros contra la fachada del canto-bar El Rey, en Urquiza al 1100, fue un acto temerario. La acción causó la muerte de Matías Fernández Vaudagna, de 18 años, hijo de la dueña del local. El tirador deberá responder por ese resultado aunque no haya buscado deliberadamente la muerte de ese chico.
En esta teoría coinciden los investigadores policiales y los allegados al joven fallecido. "Esto no tiene nada que ver con el boliche ni con el mundo de la noche. Fue una actitud irracional de alguien que podría haber hecho lo mismo en otro lugar", dijo a LaCapital Fernando Censi, abogado de los dueños del local.
En la mira. Con relación a la pesquisa, fuentes policiales señalaron que están identificados tres jóvenes vinculados al suceso: el autor de la fatal balacera, el conductor de la moto con la que escapó el muchacho que abrió fuego y la persona que le proveyó el arma.
A su vez, el abogado indicó que El Rey abrió sus puertas hace cinco años y que en este tiempo no se registraron incidentes. "Los dueños del boliche cumplen con todas la normas municipales para la habilitación de locales nocturnos", comentó.
El hecho. Censi contó que todo se inició cerca de las 4 del domingo. A esa hora, tres o cuatro muchachos que habían concurrido por primera vez al canto-bar fueron expulsados por una conducta inadecuada. "Los custodios los invitaron a retirarse en buenos términos y en ningún momento los golpearon", comentó.
Antes de que traspusiera la puerta, uno de los pibes —estaba vestido con campera y vaquero— le respondió al vigilador. "Voy a volver, ya van a ver", exclamó mientras levantaba una de sus manos y realizaba un ademán que simulaba gatillar un arma.
El muchacho cumplió con su promesa media hora después. Apareció por Sarmiento y, cuando estaba a unos diez metros de la puerta de El Rey, desenfundó una pistola 9 milímetros. Sin decir una palabra, gatilló el arma contra el frente del local. Los diez jóvenes que estaban en la vereda sólo atinaron a "tirarse" al suelo para protegerse de la descomunal balacera.
Algunos de los proyectiles perforaron la puerta del negocio y otros impactaron en un Fiat Regatta y un Fiat Uno, que estaban estacionados a pocos metros de allí.
Matías estaba en la puerta acompañando a una chica que aguardaba el arribo de un taxi. El muchacho giró el cuerpo e intentó entrar al bar, pero no pudo hacerlo. Un balazo le atravesó la espalda y lo derrumbó. Casi al mismo tiempo, un suboficial que presenció la escena sacó su arma reglamentaria y abrió fuego contra el agresor. Le disparó dos balazos cuando corría hacia calle Sarmiento, pero ninguno de los proyectiles hizo blanco en el cuerpo del atacante. El muchacho trepó a una moto blanca guiada por otro hombre y se esfumó en dirección al sur.
Un rato después, a Matías lo llevaron en una camioneta al Heca. Murió cerca de las 16.30 del lunes.-
Fuente: www.lacapital.com.ar
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