martes, 20 de octubre de 2009

Policiales: Imponen 18 años de prisión al joven que mató a un taxista en zona norte.

El crimen del taxista Sergio Oberto, que derivó en paro general de la CGT en mayo de 2008 en Rosario, obtuvo definición judicial. Un joven que entonces confesó haber apuñalado al chofer durante un viaje en la zona norte fue condenado a 18 años de prisión bajo la figura de homicidio en ocasión de robo. La pena es idéntica a la cantidad de años que lleva vividos el acusado, Carlos Salvador Sánchez Ortiz, un muchacho sin antecedentes penales que expuso durante el proceso problemas de adicción a las drogas.    Así cerró el juicio por el homicidio de Oberto, de 50 años, en el juzgado de Sentencia a cargo de Carlos Carbone. Entre las pruebas que ubican al joven de 18 años como autor del crimen el juez evaluó su propia confesión policial y judicial, el relato de un menor que lo acompañaba y los comentarios de vecinos que, en aquel momento, señalaron como autor del ataque a un muchacho al que le decían Carloncho. Ese es el sobrenombre de Sánchez Ortiz, quien fue detenido en su casa al día siguiente del ataque. El crimen motivó una protesta masiva de taxistas que cortaron los accesos al centro de la ciudad y luego derivó en un paro general de actividades de 12 horas en toda la ciudad lanzado por la CGT.
El delito y la pena. El joven condenado había sido procesado por el delito de homicidio calificado (por matar para robar), que tiene una pena de prisión perpetua. Pero el juez Carbone descartó esa calificación legal porque esa conducta no se le había endilgado a Sánchez en la indagatoria. Y por razones de garantía procesal, no se puede condenar a alguien por un delito del que no tuvo oportunidad de defenderse.    En cambio, encuadró el caso como un homicidio en ocasión de robo, que se aplica cuando el crimen sobreviene durante un asalto, pero no tiene como finalidad cometer o asegurar otro delito. Esa figura fue agravada por la participación en el hecho de un menor de edad.    En la causa no quedó demostrado si Oberto llegó a ser asaltado, aunque su esposa dijo que le faltó una riñonera con el DNI y el carné de conducir. De todos modos, según el juez, la figura impuesta a Sánchez se aplica incluso cuando el robo no llega a consumarse. El magistrado concluyó que los dos jóvenes que subieron al taxi esa noche tenían la intención de robar.    Con respecto a la pena, evaluó que Sánchez cometió el crimen de noche y cuando el taxista estaba al volante, con menos posibilidades de defensa. También consideró la “extensión del peligro causado”, ya que el chofer perdió el control del vehículo y terminó estrellándose contra el muro de una casa.
De madrugada. El crimen ocurrió la madrugada del 22 de mayo de 2008 alrededor de la 1.10. Sergio Angel Oberto, un peón de taxi de 50 años, circulaba por la zona norte en un Fiat Siena cuando le hicieron señas dos jóvenes en la plaza Alberdi. “Tomamos el taxi con mi amigo Pipón en el puesto de diarios. Le preguntamos al tachero si nos llevaba a Washington y Casiano Casas. Nos dijo que sí”, relató Sánchez ante la policía, donde manifestó ser consumidor de marihuana, alcohol y medicamentos desde hacía un año.    En Blas Parera y Laplace el conductor les preguntó a los pasajeros quién de los dos iba a pagar, se detuvo y entonces el menor de los dos se bajó del auto y se fue corriendo. “Yo quise hacer lo mismo, pero el tachero se dio cuenta y me agarró de los pies y no me dejaba ir. Saqué el cuchillo que tenía en el bolsillo de mi pantalón y le tiré un puntazo al hombro para que me suelte y me soltó. Salí corriendo”, relató el joven condenado.    El chofer, pese a las heridas, trató de perseguir a Pipón y avanzó unos metros hasta incrustarse contra una casa de Rauch y Casiano Casas. Los vecinos lo hallaron inmóvil y ensangrentado en su asiento. Oberto era casado y padre de dos hijos: Marcelo, de entonces 24 años, y Geraldine, de 19.    Luego, un informe técnico de la sección Homicidios planteó que la agresión al chofer no fue tan rápida como la relatada por el acusado, ya que a la víctima le hallaron además un corte de características defensivas.
Dos versiones. “No subimos a robar. Queríamos dar una vuelta sin pagar, como una joda”, había dicho el joven acusado. Pero el chico que lo acompañaba, Pipón, sostuvo lo contrario. Contó que ese día habían estado “tomando cervezas con rivotril”, que antes de subir al taxi su amigo le “había robado a una vieja” y que la misma intención tenían cuando abordaron el auto de Oberto.    La defensa del joven planteó que las pruebas eran insuficientes y que lo habían procesado en base a una confesión policial prestada sin garantías y sin la presencia de un abogado. “En mi declaración en la policía yo tenía miedo, estaba drogado y la policía me presionaba para que hable”, dijo luego el muchacho en Tribunales.    Para el juez, sin embargo, ese fue un testimonio “espontáneo” que luego el muchacho ratificó “con todas las garantías” ante el juez instructor Juan Andrés Donnola y la fiscal Graciela Argüelles. Además de esa confesión, Carbone tuvo en cuenta los dichos del menor y la reconstrucción del hecho, en la que Sánchez volvió a admitir que había portado un arma “con filo” para atacar al chofer.-
Fuente: www.lacapital.com.ar

No hay comentarios:

Publicar un comentario